Con la meta de retener el título en lo que resta de la campaña, la
agrupación Azul Grana está entre el cielo y la tierra. Porque ahora no solo
depende de sí mismo, también de lo que le pase al Real Madrid, y no tiene una alternativa
fija porque lo único que le conviene es sostenerse en la cima.
Y por eso ha tenido que
recurrir a la integración de jugadores de las divisiones inferiores. Con el
debut del delantero bisauguineano Riqui Puig, para cambiar la columna vertebral,
y eso ha puesto en riesgo su continuidad con el bando. En una labor que tiene
amores como odios.
De la Conferencia de prensa
que sostuvo en su llegada que muy poco, con la intención de seguir con la
hegemonía que habían impuesto sus antecesores en las campañas pasadas.
Ilusionado y con el ejemplo del holandés Johan Cruyff como espejo, pero que ha
venido cayendo después del golpe que le ha generado la reanudación del
campeonato.
Hoy solo puede dar garantías
sobre la forma que tendrá para jugar. Aunque destacó el trabajo que ha desarrollado
con los juveniles, que irán entrando con el resto del plantel. Con talento y
experiencia para activar un relevo generacional sin dejar de lado la opción de
conseguir títulos.
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