miércoles, 30 de agosto de 2023

Con capacidad de definición en el campo adversario, adquirió un tiquete

 


Montevideo: Si hoy vemos una cancha de las antiguas en los videos, se podría casar perfectamente con un desierto. Con un césped amarillento, rico en soledad, con un pique muy alternativo en cada balón desempacado a nivel aéreo. Claro que, en otras épocas, y con otra forma de competir, en el que el empata generaba mucha mayor incertidumbre al fútbol que se empezó a desequilibrar de forma abismal gracias a los excesos de inversiones.

Desde el 11 de febrero de 1980, arrancó todo. El escenario fue la Gran Final de la Copa Intercontinental de Clubes que en aquel entonces era el premio mayor que pudiera recibir Sudamérica ó Europa a nivel mundial, en un campo neutral como el japonés gracias a la decisión tomada por la FIFA. En un partido único para disputar la contienda en aquel entonces entre Nacional de Montevideo y Nottingham Forest de Inglaterra, equipo modesto que escaló hacia la idea de ser grande como Bicampeón.

Uno de ellos era el brasileño Waldemar Victorino, un jugador que era de confianza a ojo cerrado con la disputa de un título. Goleador y pescador de área, con capacidad de definición en el campo adversario, adquirió un tiquete que se presenta tan solo en alguna ocasión de miles. Siendo el elegido en tres ocasiones, y sentir el olfato de la alegría por parte de los aficionados.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario